Las Niágara eran lo último en locomotoras de vapor americanas para el servicio expreso de viajeros y estaban diseñadas para mover trenes expresos de mil toneladas a 160 km/h. Pero el comienzo de la era diésel hizo que estas potentes máquinas no tuvieran más que diez años de vida.
Serie Niágara 4-8-4 de NYC |
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Ingeniero: P.W.Kiefer /
American Locomotive Company
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Fabricante: American
Locomotive Company, Schenectady, Nueva York.1945-46
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Servicios: Servicio expreso de
viajeros y servicio rápido de mercancías.
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Distintivo: Totalmente
negro con letras blancas.
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Presión de la caldera: 19,99
atmósferas Mejor marca: El prototipo N° 600, con una presión de 19,72
atmósferas en las pruebas, desarrolló 6.997 HP a 136 km/h.
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Retirada de servicio:
1955-56
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Sub serie 6001-25 S1b |
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Dos cilindros: 64,7 cm. de
diámetro, 81,2 cm. de carrera del pistón.
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Ruedas acopladas: 1,9 m. de
diámetro.
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Diámetro de la caldera: 2,5 m.
máximo.
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Presión de la caldera: 18,7
atmósferas.
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Esfuerzo de tracción:
27.787 Kg.
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Capacidad de carbón: 41
toneladas.
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Capacidad de agua: 68.100 litros.
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Longitud entre topes: 34,6
m.
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Peso en orden de marcha:
Máquina: 214 toneladas - Ténder: 190,7 toneladas.
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Se fabricaron 27 Niágaras S1 4-8-4, prototipo incluido. Otra de ellas fue dotada de un mecanismo de distribución de vástago, lo cual dio lugar a tres subseries: 6000 S1a | 6001-25 S1b | 5500 S2a
Los secretos del éxito
Una de las claves del éxito de potencia de las Niágaras estaba en el excelente circuito de flujo del vapor. Éste surgió de las discusiones entre Paul Lipetz, el ingeniero jefe de ALCo y el notable ingeniero francés André Chapelon. Lipetz era un polaco al que Lenin había enviado a EE.UU como representante técnico de la antigua URSS, para aprender de la tecnología ferroviaria norteamericana. A la muerte de Lenin, Stalin pidió a Lipetz que volviera a Rusia; éste se negó y se unió a la ALCo.
La última palabra
A finales de los años 40, las provisiones de carbón para los ferrocarriles del este de los EE.UU. se vieron repetidamente en peligro a consecuencia de las actividades del sindicato de mineros y de su líder, John L. Lewis. El vicepresidente de NYC instó a que cesara inmediatamente toda la investigación de la tracción vapor. A partir de entonces, los ferrocarriles norteamericanos se fueron convirtiendo gradualmente en diésel, siendo seguidos muy pronto por el resto del mundo.
Dónde verlas
No queda ninguna Niágara, aunque se intentó conservar una Hudson J3. En 1956, dos miembros de la Smithsonian Institution se dirigieron al presidente de NYC, S.J. Pearlman, con la intención de comprar una Niágara. Pearlman opinaba que la tracción a vapor era una tecnología antigua, de modo que cuando las locomotoras quedaban fuera de servicio mandaba que las desguazaran.
Una máquina especial
Fuente: El Mundo de los Trenes - Ediciones del Prado S.A. 1998 - Madrid – España
Si hay niagaras, quizá no en Estados Unidos, pero en México quedan varias, algunas en museos, otras abandonadas.
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